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Let’s face it, writing is hell.
William Styron

martes, 19 de enero de 2016

TRAVESIA INTERNA/ II

travesía interna:


mamá munda



regresamos de la jungla, de la tierra revuelta con raíces emigrantes heredadas de los
silencios frutales, y adentro de la ciudad intestinal, mientras caminábamos por esos
corredores recientes me dijiste el secreto de siglos/ que mi bisabuela tenía un poder
misterioso con las palabras/ que todo lo que decía se volvía realidad, que todo lo que
pronunciaba era creado, que todo lo que mencionaba o nombraba revivía, que había
dicho mi nombre y el tuyo, que nos había ido recreado en su memoria y dicho de
cómo llegarían a ser las cosas de la vida, (oía tu voz como al principio, atento al


mundo reciente, como si todo fuera creado con las palabras una cosa tras otra, tras
otra, tras otra), ella, nos había dado la vida-espejo, luego de hacer sus cántaros de
barro, después de hacer sus esculturas de arcilla, luego de cocer el maíz y molerlo en
piedra, luego de cocinar el pan de todos, la tortilla, ella había dicho las palabras para
que nosotros naciéramos, ella fue la que esculpió la masa y formó los cuerpos, y nos
enseñó de que éramos/ nos dijo, nos aconsejó/ a sacrificarnos por las palabras, ha
llorar en ellas lloviendo, y creó sus catorce o quince o dieciséis millones de hijos sin
una queja. mamá munda se llamaba. podía detener el sol con un dedo y los tornados
los des-hacía con cruces escritas en el suelo con ceniza; sabía el por-venir y los
encuentros de las estaciones giratorias en las estrellas a punto de morir, porque sabía
que las palabras eran poderosas por eso no hablaba tanto, mamámunda rezaba,
mientras el fuego ardía y ella leía los presagios con voz latente, con voz de tuza en
llamas, con voz de maíz, con voz de fuego (sonido de tambores), con el gran cielo
por arriba y por debajo, tum, con la sangre de las gallinas degolladas, con la mística
sangre del cordero, con la cruz de ocote, con el manojo de ajos, con el camino
empinado de los lodazales, siendo su voz haciéndonos, marcándonos con su voz
indiana y mestiza como dos bocas abiertas en el mismo espacio, con su voz de
pájaro, con su lamento atigrado de morenos ropajes, con sus sonidos de animales
jaguares y todas las arquitecturas rostrales, con los volcanes y su pecho negro, con
los hocicos de los quetzales vestidos de saraguates y su plumaje de obsidiana
afelpada, de pedernales incrustados en mi boca/ madre munda/ con el silencio
enamorado con el que molía cada grano de la noche, con el sabio ruidero de tripas,
con el lamento de los intestinos curtidos, con el hambre heredada en los orígenes de
los desiertos nómadas, oíste las voces de los eclipses nana mamá, con el hambre que
era una bendición pagana venida de los gusanos postreros. oíamos: éramos más de
veinte y más de mil, toda una generación de hambres y miserias místicas y la lengua
de todos ardiendo alrededor de una fogata pequeña en el centro del fuego/ oímos/
golpe tras golpe en la oscuridad/ mejor no saber de nada, mejor nos quedamos
sentados, mejor nos callamos, mejor no miramos, mejor no decimos todo esto, que




bon, bon, bon,

tum, tum, tum

um, om, am,

tum, tum, tum



la memoria alterna de

las madres solas



que alegre y silente bosque de las memorias, brujito, de los cuartos sencillos de esa
casa, donde la abuela había criado a sus hijos: unos mayas y otros mestizos, unos
criollos y otros ladinos, donde las mujeres venden sus corazones sin cuerpo, brujito,
donde todos los ángeles de la iglesia bajan hambrientos y mal vestidos entre los
caminos de lodo a comprar amor con llanto, brujito, las memorias que oíamos
palabra a palabra en la sola contemplación radiante de las estelas de luz flotando,
memorias de una mama mayor que conocía de cómo el silencio se volvía una
palabra conectada en silabas que se alargaba hasta formar oraciones plegarias que
formaban en una sola voz la historia de una persona plural creciendo en versos:
oíamos al brujito: será una la que llene esta tierra sin padres, porque hubieron
hombres gallinas, porque hubieron guerras y muertos lombrices, ni hambre, sino
venganza contra si mismos, porque los niños fueron criados por una quimera, entre
hombre-mujer ensueño, entre macho y hembra, invención fantástica sin falo, con
dos pechos por donde brotaba la leche amarga y la miel salada, monstruo de
ternura con torso de valquiria, sin alas, con piernas de mármol para rodar la tierra
y manos llenas de harina y uvas, ser de vientre formidable, con uñas de tigra, con
pelo largo y suelto donde los piojos le susurraban adivinanzas…, con un pubis de
donde brotaran indios mestizos, criollos ladinos, gentes morenas y blancas, de dos


leguas, pegados como siameses legendarios, quimera padre-madre, creación de este
tiempo de madres solas// :



delirio puro en la mente




llevaba esa sangre hambrienta y ruidosa, al fin, sangre de carabeleros asaltantes,
románticos caza fortunas, infortunados con suerte de gato, vividores de esclavos,
lunáticos, padres nuestros con hambre traída del otro lado del mundo revuelta con
sangre pura de héroes selváticos y cerbataneros desnudos. corazón del cielo raíz de
lo terreno, mamá munda diciendo: crecí, me veo al espejo y tengo unos brillos en los
ojos como si me los hubieran bañado, mi madre sigue soñando y en su sueño me
habla de todas las cosas de la vida en las que pudo soñar y comer en paz y las vuelve
un arte sin darse cuenta, me cuenta sobre el olor de cada persona y su mirada, me
habla que la gente hace daño hasta con el pensamiento, y ya no ve muy bien, parece
cada vez más pálida y esta siempre a punto de dormirse para siempre. me voy
volviendo frente al espejo, vestida de negro, con zapatos que me quedan grandes en
tiempo presente, con todas las corbatas de mi tío y me miro como un maximón, con
un libro biblioteca bajo el brazo, con la pelota rebotando en tiempo pasado, con los
primeros cigarritos:

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